AUTOR

Arath Santos Programa de Formación de Talento

El antropocentrismo en la arquitectura y sus consecuencias

¿Para quién o quiénes hacemos arquitectura? Lo más probable es que para nosotros, para las personas o los seres humanos. Cuando proyectamos y construimos arquitectura tenemos en mente a aquel usuario que imaginamos habitará el espacio. Buscamos satisfacer ciertas necesidades y cumplir con los gustos y expectativas que las personas tenemos.

Es un enfoque bastante justo en mi opinión, los arquitectos han diseñado históricamente para nosotros, los seres humanos interesados en primer lugar en resguardarnos del agreste ambiente exterior. El problema es que esta visión antropocéntrica, que pone en el centro de la atención al ser humano como medida de todas las cosas, suele dejar en segundo plano a todo un conjunto de seres, de habitantes que experimentan la arquitectura también. ¿quiénes son?

Pensemos en dónde hacemos la arquitectura

Con frecuencia solemos emplazar encima de un terreno o un lugar que no ha sido impactado por el hombre, o no ha tenido impactos antropogénicos directos.

Hacemos emerger edificaciones de manera antinatural sobre el suelo y, a través de los firmes y los pisos evitamos que la tierra sea parte del interior de la experiencia arquitectónica.  Transformamos e impactamos el entorno de manera irrevocable. En segundo lugar y en algunos casos, obligamos a adaptarse a algunos animales domesticados como mascotas, a vivir en una edificación que no fue pensada para ellos. Adicionalmente, se remueven del hogar animales que viven en la zona o incluso, se desata una lucha constante con lo que son consideradas plagas para el hogar. Por último, se convierte todo el esquema de vida vegetal en una herramienta estética que deberá ser capturada a través de vistas del interior al exterior.

Por mejores que puedan ser las intenciones, otros quizás llevarán esta vegetación por dentro de la construcción, mientras la vida humana toma lugar dentro de 4 paredes sintéticas generadas de manera artificial.

La ecología va de la mano de esta visión arquitectónica, de que podemos aprovechar la naturaleza para hacer un diseño sostenible y confortable, de cero emisiones y a veces hasta vernácula, con los materiales y técnicas más tradicionales y regionales. Solo que seguimos viendo la arquitectura como un producto consumible para la humanidad. Sin embargo, existe otro enfoque llamado "Ecosofista".

Ecosofía como nuevo paradigma en la arquitectura

A Ecosofia me refiero a “pensar en la ecología”, pues etimológicamente sería ese su significado. Establece que la ecología debe pensarse de manera más profunda y cuestionarse hasta la más mínima fibra de su ideología.

Por ejemplo, ¿por qué queremos ser ecologistas? Muchos responderemos de manera preocupada que buscamos un mejor mañana, donde los recursos sean mejor distribuidos y suficientes para todos. Que podamos darle la misma calidad o incluso conseguir una mejor vida para las futuras generaciones. Esperamos que el agua y el aire esté limpio y al alcance para todos. Una respuesta bastante antropocéntrica, aunque válida. La ecología piensa en rejuvenecer los recursos naturales para seguir consumiéndola ahora por muchos años más, algo que la ecosofía no persigue.

Para entender mejor la ecosofía, habrá que quebrar un paradigma común que es el lugar de los humanos en la naturaleza. Desde colocarnos fuera del reino animal, estamos alejándonos del pensamiento ecosofista.

Nosotros formamos parte de la naturaleza, y somos animales que habitan el ecosistema y han vivido a sus expensas, como los demás seres vivos. Por eso, somos miembros de un mismo sistema, no estamos por encima ni por debajo.

Defino entonces la Arquitectura Ecosofista a aquella que piensa integrar a animales (incluyéndonos a nosotros), a vegetación y al terreno en el que se encuentra dentro y fuera de un espacio habitable.

Conclusión

La arquitectura enfocada al ser humano, que se enseña y se practica hoy en día, exige una reinterpretación. La tierra existe desde antes que nosotros, y verla desde una perspectiva antropocéntrica, limita nuestra consciencia y comprensión sobre sus demás habitantes: Las plantas, los animales, los hongos, las bacterias, los microorganismos, los virus, todos pertenecemos a una cadena en equilibrio. Mantener el balance con el único objetivo de continuar perpetuando la explotación de la tierra para mantenerla las futuras generaciones se convierte en una tarea egoísta e interesada, es preciso repensar nuestro papel y responsabilidad como especie y reconciliar nuestras acciones en función de las demás. Seguro que desde la arquitectura podemos tomar acción.

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