Para abordar esta problemática, es esencial rediseñar el espacio público teniendo en cuenta tres aspectos clave: destino, velocidad e imagen urbana. Garantizar que los trayectos desde el origen hasta el destino estén cubiertos por una infraestructura adecuada en un radio de 500 metros es fundamental para promover la movilidad peatonal. Además, es importante considerar factores como la velocidad del desplazamiento y la apariencia estética del entorno urbano para crear entornos más seguros, accesibles y atractivos para todos.

En resumen, reconocer la importancia del transeúnte en las ciudades modernas implica adoptar un enfoque más equilibrado en el diseño urbano, donde el espacio público se convierta en un lugar acogedor y seguro para todos los ciudadanos. Solo así podremos construir ciudades más inclusivas, saludables y sostenibles para el futuro.