Arq. Izthel Zambrano
LÍDER DE PROYECTO EJECUTIVO

En Cafeína Design creemos que el espacio público puede ser más que paisaje: puede ser organismo. Hoy, más que nunca, urge rediseñar la ciudad desde lo vivo.

En Ciudad de México, los camellones suelen ser escenarios invisibles. Están ahí, entre carriles, bajo cables, decorados con palmeras tristes o arbustos sobrevivientes al abandono. Pero, ¿y si estos intersticios se convirtieran en órganos urbanos vivos? ¿Qué pasaría si los camellones respiraran, compostaran, recolectaran datos y regeneraran ecosistemas?

Esa es la provocación detrás de Bosques sintientes, una propuesta que transforma el espacio urbano en una infraestructura verde con inteligencia y alma.

La Ciudad de México ha perdido más de 160 hectáreas de cobertura arbórea en las últimas dos décadas. Según datos de la CONABIO, el 33% del territorio está compuesto por bosques, pero el crecimiento urbano avanza con ritmo arrasador. Iniciativas como el Reto Verde —con su promesa de 10 millones de árboles— son valiosas, pero insuficientes si no se acompañan de diseño regenerativo, sistemas sostenibles y participación comunitaria.

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Bosques sintientes, de la utopía a la maqueta

Bosques sintientes se inspira en la escala de una exposición universal. Imagina pabellones que no desaparecen, sino que se adaptan, crecen y sirven. Estructuras que no solo muestran lo mejor de la innovación ecológica, sino que se vuelven parte del metabolismo urbano.

Tecnología, biomateriales, jardinería comestible, datos climáticos e inteligencia artificial convergen en un solo módulo. Un corazón vivo, impreso en 3D con fibras vegetales y micelio, que respira, se alimenta de los residuos de la comunidad, y nutre su entorno con vegetación nativa y sensores que cuidan su microclima.

¿Qué es un bosque sintiente?

Un módulo ecológico impreso con biomateriales que funciona como un pequeño ecosistema autónomo. Entre sus componentes:

– Estructura orgánica impresa en 3D con micelio y bioplástico.
– Sensores ambientales que monitorean humedad, calidad del aire y CO₂.
– Sistema de compostaje comunitario, asistido por humedad y temperatura controlada.
– Vegetación viva comestible o simbólica, con autorriego inteligente.
– Energía solar integrada, para operar de forma autosuficiente.

En Cafeína Design nos preguntamos: ¿Qué pasaría si diseñáramos para la vida, no solo para la función? ¿Qué si cada intervención urbana pudiera educar, sanar, regenerar y crear comunidad?

Los Bosques sintientes son una posibilidad real para transformar los bordes invisibles de la ciudad en hitos de innovación ecológica. No basta con “sembrar árboles”. Hay que imaginar estructuras que sientan, respondan y florezcan.

Porque la ciudad no solo debe ser habitable: puede ser viva.



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